Si el final de Suikoden III empezó a mostrar fallas en la trama y el diseño producto del alejamiento del director Yoshitaka Murayama, el lanzamiento para PlayStation 2 de Suikoden IV supuso la demostración cabal de que algo se había perdido en el espíritu de la saga.
Suikoen IV es un juego mediocre a comparación de las historias épicas de la trilogía original, pero tampoco es el peor exponente de su género y se puede jugar, pero hay que prepararse para una trama que está muy por debajo de los cánones narrativos de Suikoden I y II.
Konami decidió ir hacia atrás en el tiempo, creando una secuela ubicada 100 años antes del primer Suikoden y ambientada en una región marítima donde veremos pocos guiños hacia los otros juegos, aunque no faltarán un antepasado de la familia de estrategas Silverbourgh y hasta la aparición de uno de los protagonistas del Suikoden I, ampliando un poco en su pasado.
La trama de Suikoden IV también presenta a dos amigos y una serie de relaciones entre ambos que podría compararse con la de Ryu y Jowy en Suikoden II, aunque la carga emocional es mucho más reducida.
El diseño de personajes y escenarios es más sencillo, pero los gráficos están mejor logrados, con un estilo tridimensional más redondeado. La trama gira en torno a Lazlo, el portador de la Runa del Castigo, y su lucha contra piratas e imperios marítimos que desean controlar y expandir sus dominios sin impotar la gente que sufra en el camino.
Si bien la trama es buena, aunque le falta pulir ciertos detalles en la estructura narrativa, lo que hace de Suikoden IV un mal juego es su planteamiento de exploración y peleas. Para ir de un punto a otro hay que atravesar el océano y pelear incontables veces, se vuelve tedioso y molesto.