El Señor de los Anillos es una de las trilogías emblemáticas del género de fantasía medieval, con diferentes elementos que combinan magia, elfos, orcos y todo tipo de criaturas extraídas de la imaginación de Tolkien, quién a su vez utilizó como fuente los relatos infantiles y mitológicos de diferentes culturales.
Pero en Estados Unidos la fantasía medieval es un género muy popular, mucho más de lo que es en el resto del mundo. No todas las historia llegan a hacerse conocidas, principalmente porque las traducciones de los libros tardan en llegar, o no son atractivas, o son muy costosas. Pero Juego de Tronos es una de las sagas que ha logrado superar esa barrera.
La serie de HBO se estrenó en abril de 2011 y ya tiene confirmada su cuarta temporada para el año 2014. Se trata de una adaptación de la saga de libros “Canción de Hielo y Fuego” del escritor estadounidense George R. R. Martin.
Hasta el momento hay publicados 5 libros de la saga, y algunos cuentos ambientados en la misma tierra fantástica de Westeros, pero en épocas diferentes. En esos cuentos el autor iba perfilando su estilo narrativo, cargado de héroes, batallas y revelaciones sangrientas.
Uno de los rasgos distintivos de Juego de Tronos, es la brutalidad de la historia. Una guerra por el control de un reino, donde decenas de nobles tomarán partido para intentar sacar el mayor provecho, sin escrúpulos a la hora de traicionarse mutuamente.
Al ver la serie, y peor aún en los libros donde todo adquiere un trasfondo mucho más profundo, uno puede encariñarse con un personaje y luego darse cuenta que muere. Y a diferencia de otros mundos de fantasía, en Westeros no hay resurección.
Pero las batallas de los humanos no son nada en comparación con uno de los grandes misterios que todavía no han sido revelados: los Caminantes Blancos, criaturas sobrenaturales que hasta el momento han tenido poca participación pero parecen ser el centro de una batalla mucho más profunda entre las fuerzas del bien y del mal.