En la tarde del viernes 28 de noviembre del 2014, me encontraba solucionando un problema junto a mi papa, cuando en la radio escuche la noticia sobre la muerte de Roberto Gómez Bolaños, conocido como Chespirito. Me impacto la noticia, y aunque sabía que estaba mal de salud desde hace un tiempo, fue difícil imaginar que el hombre que acompañó a decenas de generaciones, hoy se haya ido.
El Chavo del 8 se fue para otra vecindad, donde lo esperaban Ramón Valdés, Angelines Fernández, Raúl «Chato» Padilla y Horacio Gómez Bolaños. No puedo decir con precisión el número de recuerdos que tengo en mi mente con tantas situaciones y sonrisas que hizo aflorar en mi niñez Don Roberto. Afortunadamente los homenajes recibidos fueron en vida, donde latinoamerica pudo agradecer por todo su talento y por mostrarnos el humor cotidiano a partir de personajes como el Doctor Chapatin, el Chapulin Colorado, el Chavo del 8, el Chompiras, Chaparron Bonaparte, Vicente Chambon, entre muchos otros.
Recuerdo que los domingos me levantaba temprano a ver los capitulos del Chapulin Colorado y el lunes en la escuela los comentábamos con los amigos, era una discusión obligada. No se me olvida las concurrentes frases que todos en algunas veces hemos utilizado:
Más ágil que una tortuga… más fuerte que un ratón… más noble que una lechuga… su escudo es un corazón… es ¡El chapulín colorado!
Se me chispoteo.
Chanfle.
No contaban con mi astucia.
Siganme los buenos.
Roberto Gómez Bolaños nos dejó un legado inmenso, no solo de tortas de jamón o de agua de jamaica, que parece de tamarindo pero sabe a limón, su obra enseñó a muchas generaciones a respetar, a compartir, que la vida es valiosa y debemos ser felices pese a situaciones adversas. Algo que me encantaba de Chespirito era la forma en que parodiaba las obras clásicas de la literatura, Don Quijote de la Mancha, Julio y Rumieta, Don Juan Tenorio, Blancanieves llega a la escuela, entre otras.
Si tuviera que elegir uno de los capítulos de la obra que Chespirito, creo que sería uno de los que me hizo llorar cuando niño. Fue cuando acusaron al Chavo de ladrón, fue cruel.
Un capítulo que me hizo poner de mal humor fue cuando el señor barriga cansado de que Don Ramon no le pagara la renta, se avento hacia el, dejandolo completamente aplastado en el suelo. Don Ramon era de mis personajes favoritos y me enoje porque pensaba que no lo iba a ver más en la vecindad.
La diversión era completa cuando los niños iban a la escuela, pero se duplicaba si uno de los estudiantes era Don Ramón.
Finalmente uno de los capítulos más emotivos del Chavo del 8, fue el que se realizó en Acapulco. Los minutos finales cuando estaban alrededor de la fogata, marcó el final de uno de los mejores programas familiares de todos los tiempos.
Roberto Gómez Bolaños falleció a los 85 años de edad, dejando a cientos de admiradores con un dolor profundo, pero con un legado que no será borrado jamás. ¿Puede morir alguien que ya es eterno?
Solo me resta por decir, gracias, muchas gracias Don Roberto por contagiarnos de su amor.
Hasta siempre Chapulín, buen viaje!